El blog Lex Friki Malacitana propone como mejor descubrimiento del año: República de Roma.
Decidirse por un sólo juego para proponer en los Interblogs es una tarea complicada, sobre todo un año en el que he descubierto cosas como Space Alert o Ascending Empires. Sin embargo, al final me he decantado por un clásico, aunque también novedad gracias a la edición en español. Así, LexFriki Malacitana propone como mejor descubrimiento del año...
¿Y por qué República de Roma y no otro?
Difícil pregunta, pero resumiéndolo en pocas palabras, podemos decir que hay juegos buenos y malos... y luego hay juegos que, como República de Roma, transmiten cosas. Si me conocéis un poco sabéis de sobra que soy un gran fan de los eurogames duros como Caylus, Puerto Rico, Cuba... Sin embargo, cuando juegas a cualquiera de estos, no dejas de estar haciendo un puzzle, intentando optimizar tus recursos y conseguir más puntos que el resto de jugadores... nada nuevo bajo el Sol.
Cuando juegas a República de Roma, realmente vives la partida: saltas de alegría cuando las cosas van bien, rezas cuando alguien mete la mano en la bolsa de la muerte, odias a Aníbal, odias los dados, odias los vetos y te odias a ti mismo por haberte dejado engañar por algún perro de provincias que ha sido más inteligente que tú sólo un segundo...
Es imposible jugar a República de Roma sin sentir todas estas cosas. Cuando te juegas el bienestar de la República hay que jugar con las regla, claro, pero sobre todo hay que jugar con las personas. Hay que jugar con la psicología para tener contento a todo el mundo, para no buscarte enemigos antes de tiempo, y para no parecer una amenaza para nadie. Porque los perros cuando se sienten amenazados... República de Roma es un juego de política, de ceder y aguantar, de tirar el anzuelo y esperar a que vengan los peces, de soltar la cuerda para tirar con más fuerza cuando nadie se lo espera. Es imposible jugar a República de Roma sin conspirar y hacer alianzas que se rompen al turno siguiente. Como César y Pompeyo; como Augusto y Antonio.
Cuando juegas a República de Roma, realmente vives la partida: saltas de alegría cuando las cosas van bien, rezas cuando alguien mete la mano en la bolsa de la muerte, odias a Aníbal, odias los dados, odias los vetos y te odias a ti mismo por haberte dejado engañar por algún perro de provincias que ha sido más inteligente que tú sólo un segundo...
Es imposible jugar a República de Roma sin sentir todas estas cosas. Cuando te juegas el bienestar de la República hay que jugar con las regla, claro, pero sobre todo hay que jugar con las personas. Hay que jugar con la psicología para tener contento a todo el mundo, para no buscarte enemigos antes de tiempo, y para no parecer una amenaza para nadie. Porque los perros cuando se sienten amenazados... República de Roma es un juego de política, de ceder y aguantar, de tirar el anzuelo y esperar a que vengan los peces, de soltar la cuerda para tirar con más fuerza cuando nadie se lo espera. Es imposible jugar a República de Roma sin conspirar y hacer alianzas que se rompen al turno siguiente. Como César y Pompeyo; como Augusto y Antonio.
Y al final...¿qué más da el final comparado con una experiencia de juego como esta? Ganar siempre está bien, pero no se juega a República de Roma para ganar, sino para disfrutar el juego. Por eso cuando Fortuna se conjura contra ti y el número de tu senador sale de la bolsa, maldices a Júpiter, Marte y todos los dioses habidos y por haber, pero sigues disfrutando de la partida, esperando a que Némesis caiga sobre los senadores enemigos. Y mientras esperas, el tiempo sigue corriendo, sesión del senado tras sesión del senado, y las 4 horas de partida vuelan sin que nadie se de cuenta.
Muchos dirán que todo esto que digo es algo que pasa en todos los juegos temáticos, pero República de Roma tiene algo especial. He jugado a Arkham Horror, Last Night on Earth, Battlestar Galáctica y otros muchos juegos temáticos de renombre, pero República de Roma ha sido el único capaz de tener a 6 personas de pie alrededor de la mesa discutiendo como si les fuera la vida en ello; el único capaz de provocar abrazos entre los jugadores cuando una conspiración ha tenido éxito; el único capaz de hacernos discutir durante días sobre lo que hubiera pasado si...
Por todo esto, el único juego que merece ganar el Interblogs de este año.
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